Martina Franca no solo es famoso por su gastronomía, sino también por su característico centro histórico estilo barroco no puede dejar indiferente a los numerosos visitantes que la pueblan a lo largo del año. Sus orígenes se remontan al siglo X, cuando algunos refugiados de Taranto, en busca de protección de los ataques sarracenos, fundaron una pequeña comunidad.
Que ver en Martina Franca
El centro histórico – en particular via Cavour – es famoso por la peculiar fusión entre el estilo barroco y el rococó que caracteriza las numerosas iglesias y palacios nobiliarios. Mientras, avanzando hacia las zonas periféricas, aparecen los muros de piedra seca y los trulli, que son un rasgo distintivo del Valle de Itria.
Uno de los mejores ejemplos del barroco es la Basílica Menor de San Martino, construida en la segunda mitad del siglo XVIII, con su encantadora fachada que representa al Santo Patrón mientras comparte su capa con un mendigo. En el interior destaca el altar mayor de mármol policromado y algunos cuadros de Domenico Antonio Carella.
Entre los muchos palacios aristocráticos que caracterizan el centro histórico, el Palacio Ducal del siglo XVIII es probablemente el más representativo con una perfecta fusión de componentes barrocos y renacentistas de Lecce. En el interior puedes admirar las encantadoras salas con frescos del Mito, la Biblia y la Arcadia. Hoy es la sede del Ayuntamiento.
Además de ser un importante centro artístico, Martina Franca es también famosa por el Festival de Música del Valle de Itria, que se celebra en agosto y que acoge conciertos ineludibles de ópera y música sinfónica.
El arte, la cultura y también la gastronomía. La ciudad, de hecho, produce uno de los productos más característicos de la cocina de Puglia: el capocollo de Martina Franca (una salchicha de cerdo muy sabrosa).
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